A lo largo de nuestra vida nos han dicho que la leche de vaca es un buen alimento por la cantidad de nutrientes y el calcio que aporta a nuestro cuerpo, pero nunca nos hemos puesto a pensar en ¿qué tan cierto es esto? o si en verdad nos brinda tantos beneficios, será que sólo son las creencias que se tenían antes de investigar sus verdaderas propiedades.
Cuando nacemos tenemos en nuestro cuerpo una enzima llamada lactasa que sirve para digerir la leche, esta enzima cuando maduramos desaparece del organismo haciendo más difícil el proceso digestivo de cualquier producto lácteo. Por otro lado, la proteína de la leche humana existe en forma de lactoalbúmina soluble, que es fácil de digerir, sin embargo la leche de vaca contiene caseína, relativamente insoluble en el sistema digestivo humano, lo que hace que la leche coagule cuando llega al estómago, y si se combina con otro alimento coagula alrededor de las partículas de comida y la aísla de la acción de los jugos gástricos, esto hace que la digestión sea sumamente lenta produciéndose fermentación y putrefacción, por lo tanto trastornos digestivos.
La leche de vaca contiene proteínas que solo pueden ser digeridas parcialmente, esto provoca una respuesta inmunológica y cuando el cuerpo es expuesto a este proceso repetidamente se daña el sistema inmunológico, y por lo tanto somos más propensos a enfermarnos.
Otro gran problema de la leche de vaca es el proceso generalizado de pasteurización, en el cual la leche es expuesta a altas temperaturas por unos segundos, para matar algunas de las posibles bacterias y microbios que pueda tener la leche. Pero el calor también destruye las enzimas que contiene naturalmente, como la lactasa y la lipasa que ayudan a su digestión, y altera las delicadas proteínas. Esto provoca que los minerales que contiene, incluido el calcio, no se puedan asimilar correctamente. La pasteurización es una práctica que conviene mucho a los productores y vendedores de leche, ya que de esta forma dura más tiempo en el comercio.
La homogenización es otra práctica que se está usando y consiste en romper las moléculas de grasa hasta que queden partículas muy pequeñas y no se puedan separar del resto de la leche. Esto con el fin de evitar que se forme nata. Pero los fragmentos de grasa que quedan se filtran a través de la pared intestinal y aumentan así la cantidad de colesterol en los vasos sanguíneos.
Después de lo anterior debemos considerar cambiar nuestro hábito de consumo de leche de vaca y buscar otro tipo de productos que nos alimenten sanamente y no nos produzcan efectos que con el paso del tiempo nos puedan afectar.
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